La inteligencia artificial (IA) está protagonizando una auténtica revolución en todos aquellos procesos y sectores en los que está presente, aunque todavía de forma incipiente. Para las compañías que apuestan por las últimas tecnologías digitales, la aplicación de la IA se erige como herramienta clave e imprescindible para lograr ser más eficientes, competitivas e innovadoras.
Este auge imparable del uso de la tecnología basada en datos y conscientes de los beneficios que pueden tener para las personas, también puede contribuir a mejorar la “E”, la parte más medioambiental de la ESG, como es el caso de su aplicación en la agricultura, que algunas compañías han empezado a implementar, promoviendo el uso eficiente del agua y contribuir a la mitigación del cambio climático, grandes retos que siguen desafiándonos, y sobre los cuales debemos tomar acción seria y comprometida. Este hecho, ha quedado de manifiesto, un año más, en la reciente celebración de la conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, la COP28, que ha tenido lugar del pasado 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2023 en Dubái.
La crisis climática es una crisis del agua. La COP28 definió como objetivo prestar una atención sin precedentes a los riesgos y oportunidades del agua en toda su agenda, desde la agricultura hasta la prevención de desastres, y ha sido el cambio climático y alimentación, agricultura y agua, una de las siete temáticas abordada durante la citada conferencia.
Se considera que la agricultura es responsable de un 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y según el Banco Mundial, en la agricultura se ocupa el 70% del agua que se extrae en el mundo, lo cual hace necesario reflexionar sobre el uso y consumo de este insumo en el sector agrícola. Necesitamos alimentos y también necesitamos agua para producirlos.
Según la European Enviroment Agency, a causa, por un lado, de la creciente demanda del agua provocada por las actividades humanas, y a causa del cambio climático, por otro, hay muchos lugares del mundo que encuentran dificultades para acceder a unas reservas hídricas que permitan atender a sus necesidades. Mejorar la eficacia del consumo de agua por parte de la agricultura contribuirá a ello.
La aplicación de la IA puede ayudar a recoger datos climatológicos, mediante sensores telemétricos y drones. Si podemos medir podemos actuar, por lo que tras ello resulta factible planificar algún tipo de aplicación geo informática, de pronóstico preciso, que permita diseñar calendarios óptimos de riego de los campos de cultivo, siempre de acuerdo con sus necesidades hídricas reales, haciendo de este modo, un uso responsable del agua, un recurso natural limitado tan necesario en el planeta en un momento tan preocupante de sequía para nuestro país y el resto del planeta.
La IA añade un gran valor, es de gran ayuda y ha llegado para quedarse. Por otra parte, como es capaz de analizar gran cantidad de datos en mucho menos tiempo que una persona, permite tomar decisiones basadas en datos reales con mayor agilidad; pero cualquier decisión que tenga un impacto significativo en la vida de una persona no se debería automatizar completamente.
Ana Palencia
Directora Comunicación y Sostenibilidad Unilever