Los paneles solares están ganando mucho terreno, especialmente en el contexto de transición energética que estamos viviendo. Cubrir el Sáhara de este tipo de ‘herramientas’ para obtener energía del sol parece una buena opción para algunos, pero ¿realmente lo es? Si lo que te contamos sobre los paneles solares microscópicos te llamó la atención, esta información no te dejará indiferente.
Los desiertos más grandes del mundo, como el Sáhara, Gobi, el de Arabia o Kalahari son vistos como importantes espacios para colocar paneles solares. Tienen espacio de sobra para colocarlos y podrían ser la ‘cuna’ de grandes satisfacciones energéticas. El suministro de luz solar de los desiertos es increíblemente abundante, pero realizar esta acción es un grave error y te vamos a contar la razón.
Al igual que sucede con cada acción del ser humano, la instalación de un gran número de células solares en el desierto trae sus consecuencias. Los individuos a favor de esta práctica solo ven los aspectos positivos, pero hay varios negativos que también deben contemplarse. Según el físico alemán Gerhard Knies, en solo seis horas, los desiertos de todo el mundo obtienen más energía solar que la consumida por los seres humanos en un año: 173.000 teravatios.
Poner paneles solares en el Sáhara no es tan ideal como parece
También hay que tener en cuenta que se trata de zonas con pocas precipitaciones, una amplia superficie sin obstáculos, relativamente plana, con escasa o nula cobertura de nubes, vida silvestre y una población humana limitada. Estas características llevan a pensar que es el ‘lugar perfecto’ para instalar granjas solares.
Se ve como un oasis de fuente de energía limpia y sostenible que podría satisfacer la demanda energética del mundo. Sin embargo, transformar el Sáhara en una granja solar terminaría ocasionando efectos adversos en el clima global.
Es verdad que las placas solares instauradas en el Sáhara impulsarían la energía renovable, pero también dañarían el clima global. Las superficies negras de estos aparatos absorben la mayor parte de la luz solar que llega, pero solo el 15 % (aproximadamente) de esa energía termina convirtiéndose en electricidad. El contenido restante es devuelto al medio ambiente en forma de calor.
Instalar paneles solares en el Sáhara sería contraproducente
Fomentando estas plantas de energía solar, el usuario contribuiría al cambio climático aportando una dosis extra (y extrema) de calor, dado que los desiertos cubren áreas extensas y el calor reemitido sería repartido por el flujo de aire. De esta manera, la energía solar que los paneles no pudieran convertir volvería al medio ambiente en forma de calor, incidiendo en el clima global.
Como los paneles solares son más oscuros que la arena, absorben y, por lo tanto, liberan mucho más calor que la arena del Sáhara. Esto dado que la arena es mucho más reflectante que los paneles. Cabe destacar que la arena ostenta entre un 15 y un 45% de albedo. El albedo es la medida de la porción de energía solar reflejada por el suelo.
Este calor devuelto crearía una diferencia fuerte entre el Sáhara y los océanos que lo rodean. Así se formaría un círculo vicioso de aumento de temperatura notable. Manipular los patrones climáticos de nuestro planeta, aun cuando el objetivo sea loable, puede acarrear consecuencias altamente destructivas.
Las devastadoras consecuencias de transformar el Sáhara en una granja solar se verían aun cuando solo se hiciera la modificación en un 20% de su superficie. Por otra parte, aun cuando se lograran paliar los efectos catastróficos de las placas solares en el desierto, tendríamos que lidiar con la compleja logística de almacenar y transportar toda esa energía producida en zonas tan remotas.
En definitiva, cubrir el Sáhara de paneles solares traería graves repercusiones sobre el clima. Aunque parecía un plan ambicioso y viable, por ahora tendremos que ‘conformarnos’ con proyectos más realistas, como el del panel solar vertical que multiplica la electricidad por 7.
Fuente: Ecoticias