En esta entrevista, Guillermo Corral, experto en planificación urbana y sostenibilidad, comparte sus valiosas perspectivas sobre los desafíos que enfrenta Barcelona en su camino hacia convertirse en una metrópolis de 5 millones de habitantes. Destaca la importancia de la cohesión social y la planificación urbana integral, así como la necesidad de una mejor gobernanza de los datos para crear decisiones informadas y adaptativas.
Desde su experiencia, ¿podría decirnos cuáles son las principales recomendaciones para que Barcelona afronte con éxito el reto de convertirse en una ciudad de 5 millones de habitantes?
Sí, bueno, en primer lugar, contextualizando la entrevista en el marco del informe que hemos preparado desde KnowUrbanNet, que somos un think tank de expertos y expertas de diferentes disciplinas. Entonces, respondiendo a tu pregunta, analizamos las ciudades más allá de Barcelona a través de los retos que hay entre las diferentes disciplinas. También quiero decir que el informe se llama La ciudad de los cinco millones, tomando como referencia esa cifra, que hemos utilizado más como una marca. La idea era analizar territorios que se acercan a esos cinco millones, ya que, por ejemplo, territorios metropolitanos como Nueva York, Ciudad de México o Pekín tienen una escala mucho mayor. Así que estamos hablando de áreas metropolitanas de escala intermedia.
El principal reto que tiene Barcelona, y aunque lo hemos acuñado como “la ciudad de los 5 millones” en términos abstractos para ampliar la discusión, es que realmente estamos hablando de un área metropolitana de 5,5 millones. Esto se debe a que Barcelona actualmente tiene un área metropolitana que supera los 3 millones, y el reto es gestionar lo que implica Barcelona y su entorno, que va más allá de esos 3 millones y se acerca a los 5,5 millones. Esta es la motivación detrás del informe.
El mayor reto que enfrenta Barcelona no es solo el crecimiento de su área metropolitana, sino la gestión de la complejidad administrativa y la necesidad urgente de una planificación urbana coherente que integre las diferencias entre los municipios.
Es cierto que, por ejemplo, a nivel de transporte, existe un área metropolitana y el transporte es gestionado de manera metropolitana. La ciudad no gestiona su propio transporte, sino que hay un ente gestor que se ocupa del transporte de Barcelona y los municipios circundantes. Las personas se mueven entre diferentes municipios, no solo de un municipio a Barcelona, sino entre los municipios en general, por lo que la movilidad está relativamente bien gestionada. No diría que la movilidad sea el mayor reto, pero sí que lo hay en términos de planificación urbanística. Yo diría que el mayor reto es la planificación urbanística y la cohesión social.
En el territorio metropolitano hay grandes diferencias entre los diferentes municipios. Entonces, más allá de la propia área metropolitana de Barcelona, el reto se extiende a toda la región, que llega a esos 5,5 millones. Esa región se extendería hacia el norte y el sur, abarcando todo el litoral. Incluso hay municipios en el norte de la provincia de Tarragona que tienen más que ver con Barcelona que con Tarragona.
De hecho, y para cerrar esta primera respuesta, en el Plan Director Metropolitano (que es un documento urbanístico similar al plan general de la ciudad, pero para todo el territorio metropolitano), primero no se recoge esa cifra de 5,5 millones, y segundo, para el área metropolitana, es un documento que ahora mismo está paralizado. Aunque se ha generado un proceso de participación, el proceso está estancado y hay muchas dificultades para renovarlo, teniendo en cuenta que es un documento clave para el desarrollo urbano sostenible y la sostenibilidad.
En cuanto a urbanización y ciudades del futuro, ¿qué tendencias cree que marcarán el desarrollo urbano en los próximos años? ¿Cómo debería adaptarse Barcelona para ser líder en estos cambios?
Estamos en un punto de inflexión ahora mismo, donde a todo el mundo le gusta hablar de smart cities o ciudades inteligentes. Pero lo que no estamos de acuerdo como sociedad es en qué consiste exactamente una ciudad inteligente. ¿Es una ciudad gobernada completamente por la tecnología, o es una ciudad inteligente en cuanto a cómo trata a sus habitantes, cómo se preocupa por las personas y utiliza la tecnología para mejorar la toma de decisiones?
Yo me quedaría con esta segunda definición: concebir la tecnología como un instrumento, no como un fin. Es decir, salir de esa visión de la ciudad del futuro en la que todo está dominado por la tecnología y donde, por ejemplo, el espacio público está lleno de dispositivos tecnológicos, etc. Una ciudad inteligente debe ser vista de una manera más holística.
Barcelona tiene una gran oportunidad para convertirse en una ciudad policéntrica, aplicando el modelo de los 10 o 15 minutos, donde las personas puedan tener todo lo que necesitan a su alcance, ya sea a pie, en bicicleta o en transporte público. Si quieren salir de la ciudad o ir a otro sitio, por supuesto, deben poder hacerlo, pero no deberían necesitarlo para cubrir sus necesidades diarias. Así que, en lo que los americanos llamarían downtown o en el centro de la ciudad, o en barrios periféricos, o en municipios más alejados al norte de la ciudad, hay que paliar esas diferencias.
Ahora bien, aquí es donde entra el desarrollo tecnológico. El futuro está en gobernar los datos. Los ciudadanos y los servicios generan muchos datos, y Barcelona debe ser capaz de gestionar esta información de manera eficiente. Lo mencionaba en la primera pregunta: hay un reto de gobernanza. Es fundamental que todas las entidades municipales se integren en un mismo órgano o estructura, capaz de gestionar toda la información y, con ella, tomar decisiones más inteligentes y fundamentadas en datos. Claro, esos datos deben reflejar las verdaderas necesidades de la ciudad, no solo ser números sin contexto.
¿Y cuál cree que debería ser el papel de las universidades y centros de investigación en lo que es la planificación urbana? ¿Qué tipo de contribuciones cree que pueden hacer para construir ciudades más innovadoras y sostenibles?
Creo que aquí hay una brecha, tanto en Barcelona como en cualquier otra ciudad, entre la realidad y la academia. La academia está trabajando sobre realidades y está investigando problemas concretos, pero parece que tanto las administraciones públicas como el sector privado no se aprovechan lo suficiente de lo que hace la academia.
Un ejemplo positivo son los distritos de innovación. En Barcelona, tenemos el 22@, que es uno de los primeros distritos de innovación del mundo. Se creó en el año 2000 y, aunque ahora enfrenta algunas crisis sobre su futuro, sigue siendo un ejemplo práctico y físico. En este distrito, muchos campus universitarios se instalan, y numerosas empresas tecnológicas también están presentes. Solo el hecho de juntar físicamente entidades de todos los sectores —la academia, el sector privado y la administración— genera una capacidad de innovación mucho mayor que si esas entidades estuvieran dispersas por la ciudad.
Creo que esos distritos de innovación son el camino para que la academia tenga más peso en la toma de decisiones y en la gestión de la ciudad. Más allá de esos distritos, la herramienta fundamental para hacer pruebas son los UNBOX (áreas de pruebas), donde la normativa existente no se aplica de manera estricta. Esto permite probar nuevas soluciones antes de implementarlas a gran escala. Por ejemplo, se pueden probar sistemas de transporte público autónomo, sistemas de alumbrado inteligente, o incluso supermanzanas donde los vehículos ya no atraviesan ciertas calles, sino que solo acceden a ellas para residentes o para carga y descarga.
Estos UNBOX permiten experimentar y evaluar ideas en condiciones controladas. Haciendo partícipes a las universidades y centros de investigación, que ya han estudiado estas soluciones, podemos conseguir que se involucren más y beneficiarnos de ese conocimiento.
¿Qué estrategias cree que deberían adoptar para fomentar ciudades más sostenibles, resilientes e inteligentes?
Yo creo que, retomando lo de la última pregunta, al final, una administración pública se ve atrapada por el día a día. Hay una dicotomía entre lo táctico y lo estratégico. Lo táctico son las acciones que tomamos para hacer que las cosas funcionen en el día a día, mientras que lo estratégico son decisiones a largo plazo que nos ayudan a sentar bases para proyectos duraderos y a anticiparnos a problemas futuros.
Este es un reto común en muchos países de la Unión Europea y el resto del mundo, y como decía, la administración se ve absorbida por lo urgente. La primera manera de abordar esto es a través de convenios de colaboración y proyectos conjuntos, en los que equipos técnicos, como empleados públicos, trabajen junto con personal académico e investigador. De esta forma, la administración podría superar su actual parálisis y la antigüedad de muchos de los expertos.
Lo que realmente añade valor es cuando se combinan diferentes puntos de vista, lo que se consigue al reunir diferentes disciplinas en proyectos concretos. Por ejemplo, en nuestro informe, aunque no es un proyecto específico, estructuramos el conocimiento de diferentes áreas para aportar valor. Es necesario que las administraciones públicas sienten a sus diferentes departamentos para estructurar ese conocimiento y superen la división sectorial que ya está obsoleta. Muchas veces, los departamentos trabajan en silos, sin comunicarse entre ellos, lo que dificulta una gestión más eficiente y coherente.
Para que una ciudad sea resiliente, como en el caso de las tormentas o las inundaciones, debemos contar con urbanistas, ingenieros, expertos en vivienda, y también con el sector social, ya que no todos los barrios sufren de la misma manera estos fenómenos. Necesitamos que los expertos de distintas áreas trabajen juntos en la solución de estos problemas. La clave es superar la estructura de departamentos rígidos y pasar a una gestión por proyectos, basados en problemas concretos. Esto es lo que realmente genera soluciones efectivas para las ciudades del futuro.
¿Qué modelos de ciudades a nivel global cree que podrían servir como referencia para Barcelona en su camino hacia una metrópoli más integrada, sostenible e innovadora?
Un ejemplo concreto que podría ser útil para Barcelona es la ciudad de Helsinki. Helsinki ha creado un gemelo digital que permite medir la energía y las condiciones climáticas de sus edificios. Este gemelo digital ofrece acceso a datos detallados sobre cada edificio, lo que facilita el trabajo de arquitectos, ingenieros y ciudadanos en general. Por ejemplo, un arquitecto puede consultar las condiciones de un edificio y su entorno antes de realizar un proyecto.
Este modelo de gemelo digital es algo que Barcelona ya está trabajando, pero la recomendación es que Barcelona aproveche la oportunidad de cubrir todo su territorio, no solo el municipio de Barcelona, sino también los territorios metropolitanos cercanos. Un gemelo digital a gran escala permitiría gestionar el territorio de manera más inteligente.
Otro modelo interesante es el de la ciudad de los 15 minutos, que tiene como objetivo que los habitantes puedan acceder a todos los servicios que necesitan en un radio de 15 minutos caminando o en bicicleta. Es fundamental que este concepto no se quede solo en el centro de la ciudad, sino que también se extienda a los barrios periféricos y a los municipios cercanos. Es importante analizar si estos barrios realmente cumplen con la idea de la ciudad de los 15 minutos o si sus habitantes aún tienen que desplazarse a Barcelona para acceder a ciertos servicios o trabajos.
En resumen, los dos aspectos clave serían el gemelo digital y la extensión del modelo de los 15 minutos a toda la región metropolitana, asegurándose de que funcione no solo en el centro, sino en toda el área circundante.