Hoy se cumplen 20 años de la firma del contrato para que IBM fabricara el primer supercomputador MareNostrum, en su día definido como “el más bello del mundo” por su ubicación en la capilla desacralizada de la Torre Girona, en el campus Nord de la UPC de Barcelona. Hoy, la quinta versión del MareNostrum ya no está en ese lugar emblemático, sino en el edificio principal del Barcelona Supercomputing Center (BSC). Su director, Mateo Valero, lideró su génesis desde mucho antes.

Hace 20 años se inició una aventura incierta…

Era un reto, porque nunca había habido máquinas tan potentes en España y no se sabía cómo iba a salir.

¿Se podría decir que el MareNostrum hizo a Barcelona y a España despuntar en una disciplina donde destacaban otros?

Sí. Había centros con mucha financiación, que tenían ya una experiencia y claro tú quieres ser como ellos, fijarte en ellos y si puedes, ser mejor que ellos. Podemos decir que es un orgullo que en Europa no hay duda de que hoy somos el mejor centro y a nivel internacional yo pondría dos en América y uno en Japón, al mismo nivel que nuestro.

¿Barcelona está bien situada entonces en el mapa mundial de la supercomputación?

Eso es un hecho, sí. Pero no es que estemos en el mapa. Estamos con una chincheta gorda.

No todo fue firmar la construcción del supercomputador.

Si veinte años no es nada, veinte años antes, hace cuarenta, creamos la semilla de lo que luego fue el BSC a nivel de universidad, con lo cual era más pequeñito. Se llamó CEPBA, Centro Europeo de Paralelismo de Barcelona.

¿Cuál fue la mayor dificultad a la hora de encargar la construcción del MareNostrum?

IBM nos daba una máquina que fue la número 4 del mundo por 12 millones de euros. Era una especie de regalo. También he de decir que IBM hacía tres tipos de supercomputadores y este era el primero que iba a hacer del tipo commodity . El hardware era el que llevaban los Power PC, portátiles. Y con el software también nos la jugamos y pusimos el sistema operativo Linux. Nos decían: “os vais a estrellar”. Primero, porque estos procesadores no harán un buen trabajo; y segundo, porque el Linux es una novedad .

Todo se inició en un momento muy triste y complicado…

Fuimos a firmar a La Moncloa un día antes de que unos desgraciados cometieran el atentado horrible del 11-M. Lógicamente, si el orden hubiese sido el contrario, el BSC hoy no existiría.

¿Hubo más riesgos?

Esto se firmó el 10 marzo del 2004. El 6 de agosto del 2004 me llamó un secretario de Estado desde Madrid y yo pensé que era curioso, porque no lo conocía, pero debía saber que era mi cumpleaños. No era por eso. Me dijo: “oye, ¿verdad que esto del MareNostrum fue una tontería de Aznar para ganar votos?” Pero, ¿desde cuándo la ciencia en este país hace ganar votos?.

¿Qué le respondió?

Le dije: “no, perdone, esto es una cosa muy seria, que hay un contrato firmado. Haced lo que queráis, pero España tendrá que pagarlo y costará más”. Luego es de las personas que más me invitan hoy a dar conferencias. O sea, que nacimos de casualidad.

En ese momento no se sabía dónde se iba a instalar el MareNostrum o ¿habían pensado ya en ponerlo la capilla?

No, no se sabía. Hacía cuatro años que habíamos creado un centro conjunto con IBM, al que le puse CIRI (CEPBA IBM Research Institute), y ya llevábamos cuatro años trabajando mucho juntos. Había una directora de IBM España que lo tenía claro, que era Amparo Moraleda, que dijo: “vamos al Gobierno. Si quiere, os vamos a hacer un regalo, pero con la condición de que os suban a centro de supercomputación”.

¿Cómo se decidió instalar el supercomputador en la capilla?

El MareNostrum era el cuarto del mundo y había que montarlo. En el 22@ nos ofrecían un edificio muy bonito, y yo le dije al rector, Josep Ferrer: “Mira, rector, yo no quiero que el supercomputador se vaya del campus, porque va a motivar a muchos estudiantes”. Yo estaba en un congreso en junio-julio en Munich y me llamó: “Oye, Mateo, ¿y si lo ponemos en la capilla?”. Le dije: “¿Pero qué te has tomado?

Fue un impacto.

Cuando se lo dije a mi madre, que en paz descanse, estuvo un mes sin hablarme. Era muy devota: “Hijo mío, has cometido sacrilegio. ¡Con yo lo que te he enseñado! ¡Un computador en una capilla!”. Se montó en la capilla porque no había ningún sitio y yo quería que fuera en el campus de la UPC, donde están telecomunicaciones e informática.

El tiempo les ha dado la razón en sus planteamientos.

Fue importante la visión que tuvimos, primero de la tecnología, porque es la que ha triunfado tanto en software como en hardware y redes de interconexión, pero fue pionero en crear grupos de investigación. Además de ingeniería de hardware y software, ciencias de la Tierra y ciencias de la vida. Y acertamos porque son los dos temas más importantes que hay. Es que a veces hemos tenido suerte.

Y ahora llega la IA…

Gracias a que había muchos datos y los computadores empezaron a ser rápidos, sacamos a la inteligencia artificial del armario, porque estaban en un invierno polar. El concepto aparece en el 56 y en el año 97 Deep Blue le gana a Kasparov.

Usted le echa tantas horas como la máquina.

Personalmente estoy muy ilusionado. Como el primer día. Sábados, domingos, mañana y tarde. Quienes trabajan aquí, también. Creo que se sienten con ADN del BSC, que significa que sabemos que tenemos que obtener recursos y tenemos que ser los mejores. Por lo tanto, que tenemos que trabajar mucho y bien. La verdad es que, aunque les haya echado alguna bronca, estoy, y se lo digo a usted solo, muy orgulloso de tener a toda la gente que tengo. Son únicos.

Fuente: La Vanguardia

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