El S&P Global Clean Energy Transition crece un 28% este año, y ha habido nueve megaoperaciones superiores a los 5.000 millones de dólares. Ahora, más enfocadas a resultados.

Una de las últimas operaciones que se han cerrado en España ha sido la compraventa de Masdar y Endesa de una participación del 49,99% en una cartera de cuatro plantas solares fotovoltaicas. Poco antes, en septiembre, la quebequense Velto Renewables compró una cartera de renovables a Bankinter y Plenium, valorada en 1.100 millones de euros. Previamente, llegaron las inversiones de Antin y EQT e Impact Bridge invirtió 13 millones en el negocio de biomasa de Greenalia.

No sólo en España se producen operaciones en torno a las renovables. Pese a los vientos en contra en EEUU, “las tecnologías bajas en carbono han crecido mucho más rápido de lo que la mayoría de la gente habría predicho hace incluso una década, pero la transición todavía avanza demasiado lentamente para que el mundo cumpla con sus objetivos climáticos en el marco del Acuerdo de París”, ha asegurado Henry Fernández, presidente y CEO de MSCI, que define esta situación como “la paradoja climática“.

“La presión por un mundo más verde sigue creciendo, impulsada por ciudadanos que demandan productos y servicios sostenibles, empresas que visualizan oportunidades y gobiernos, no sólo en Europa, decididos a proteger el planeta e impulsar regulación”, dice Pablo Bascones, socio responsable de Sostenibilidad y Cambio Climático en PwC. Y explica que, “lejos de frenarse, la inversión en sostenibilidad se ha sofisticado”.

Crecimiento

El índice S&P Global Clean Energy Transition, por ejemplo, acumula un crecimiento en torno al 28% en 2025, impulsado por renovables, baterías y captura de carbono. Según PwC, la transición energética sigue siendo el principal motor de fusiones y adquisiciones en energía, servicios públicos y recursos, con nueve megaoperaciones superiores a los 5.000 millones de dólares en el primer semestre del 2025.

Prueba de que la inversión en sostenibilidad vuelve a estar en boga es lo que declaró recientemente, en una entrevista con EXPANSIÓN, Nicolai Tangen, CEO de del mayor fondo de pensiones del mundo, el Norges Bank Investment Management (NBIM): “Seguimos siendo muy firmes en nuestra apuesta. Algunas de estas inversiones que han perdido el favor general son ahora mucho más atractivas “. En España, la mayor inversión bursátil de NBIM es en Iberdrola, compañía con la que además comparte algunos activos solares y eólicos.

“Lo que estamos viendo no es un repliegue, sino una evolución. La sostenibilidad ha pasado de ser una narrativa reputacional a convertirse en una estrategia de negocio con retorno medible. Por ejemplo, más del 50% de la inversión de capital en sectores como energía e industria está ya alineada con la transición energética hacia 2030. Y el 70% de los CEOs globales está dispuesto a invertir en sostenibilidad incluso si reduce la rentabilidad a corto plazo, aunque con un enfoque más pragmático y orientado a resultados”, dice Bascones.

La reelección de Trump y la incertidumbre sobre el futuro apoyo político a la energía limpia se sumaron a los aranceles a finales de 2024 y principios de este año. En los últimos meses, sin embargo, la noticia de que parte del apoyo político no se eliminaría por completo en 2030 ha ayudado a respaldar una recuperación general de las existencias mundiales de energía limpia, aunque con caídas individuales a medida que se reevalúan los principales proyectos (ver gráfico adjunto), como se explica en el informe ESG investment performance: drivers and management de Deutsche Bank.

¿Cierto parón?

Sí es cierto que en los últimos tiempos ha habido un cierto parón. La financiación de la transición energética por parte de los bancos globales se ha estancado, según un informe de BloombergNEF, que revela un nivel de “inercia en las estrategias de financiación industrial e institucional”. Sin embargo, cierto parón no significa que no crezcan.

BNEF estima que las inversiones globales en la transición baja en carbono alcanzaron un nuevo máximo histórico en 2024 (2,1 billones de dólares), tras crecer un 11%. Hay que tener en cuenta que las necesidades son enormes: para limitar el calentamiento global al nivel crítico de 1,5 °C, la asignación de capital a proyectos verdes debería ser cuatro veces superior a la cantidad gastada en combustibles fósiles, según sus cálculos.

Nueva generacióm

La Agencia Internacional de Energía (AIE) acaba de publicar su estudio Renewables 2025, en el que afirma que la capacidad renovable se duplicará para 2030, con la energía solar acaparando el 80% del crecimiento, debido a que es la opción más económica de la nueva generación. La AIE prevé que la capacidad mundial de energía renovable aumentará en 4.600 GW para 2030, lo que equivale a la suma de la capacidad total de generación de energía de China, la Unión Europea y Japón.

Incluso en EEUU, las presiones del coste de la vida y el aumento del consumo de energía por la inteligencia artificial (IA) garantizarán un crecimiento de la demanda de energía limpia a medio y largo plazo, según Fortescue.

Pablo Bascones explica que “las empresas ya no invertirán sólo en cumplimiento normativo, sino en transformación. La sostenibilidad se integra en la cadena de valor, en la innovación de producto, en la estrategia financiera. Y los inversores, financiadores y consumidores siguen empujando en esa dirección, como demuestran estudios recientes”.

“No debemos confundirnos con el ruido político o los vaivenes regulatorios de ciertos gobiernos. La dirección de fondo está clara. La sostenibilidad no es una moda ni una imposición: es una respuesta estructural a los desafíos del siglo XXI. Y quienes sepan combinar ambición climática con realismo económico estarán mejor posicionados para liderar el futuro”, dice.

Fuente: Pedro Biurrun, Expansión

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