Contexto político

La República de Burundi es un país Africano situado en la zona de los Grandes Lagos. Limita con la RDC por el este, con Ruanda por el norte y con Tanzania por el Sur-este. En la tabla siguiente se muestran las principales características de este país:

Características principales de Burundi
Habitantes11,865,821
Índice de Desarrollo Humano (IDH)0.423 (Posición 185/189)
Índice de Corrupción75/100 (Posición 187/199)
Alfabetización62 %
Población rural87%
Índice de desigualdad0.296 (cuando más bajo, peor)

La República de Burundi es uno de los pocos países, junto con su vecina Ruanda, que proviene de un antiguo estado africano. El origen de dicho país es confuso, pero se han encontrado pruebas de su existencia datadas del siglo XV. Colonizada en 1899 por los alemanes y conquistada por los belgas durante la Primera Guerra Mundial, obtuvo su independencia en 1962. En este país dominado por dos tribus enfrentadas históricamente, los hutus y los tutsis, se instauró una monarquía constitucional por parte de los Tutsis con igualdad de representación de ambas tribus. No obstante la independencia no trajo la paz, de hecho se sucedieron una serie de golpes de estado y crímenes que enfrentaron a las dos tribus dominantes. Estos conflictos estuvieron alentados por el genocidio Ruandés, en el cual el gobierno Hurtu masacró a los Tutsis.  

Un régimen miliar emergió en 1966, pero no pudo detener los disturbios y protestas. Esta inestabilidad se alargó, y en 1972 el gobierno militar Tutsi aprovechó una rebelión Hurtu para masacrar a esta tribu, matando entre 80 mil y 210 mil personas. El genocidio dejó Burundi en un estado de depravación. El poder siguió en mano del ejército, controlado por los Tutsis instaurando un régimen dictatorial sin elecciones ni partidos opositores. A finales de los 80 se contaban más de 150 mil muertos  y miles de refugiados a los países vecinos.

En 1990 empezó la guerra civil Ruandesa con la participación de los países vecinos, Uganda y Burundi entre otros. El enfrentamiento Tutsi y Hurtu continuó en estos países hasta que se firmó la paz en 1993 después de la intervención de la ONU. En Burundi se eligió democráticamente el primer gobierno Hurtu del país ese mismo año, no obstante los conflictos étnicos continuaron. En octubre de 1994, se desató la guerra civil Burundesa debido al asesinato del Presidente Hurtu, Cyprien Ntaryamira, junto al presidente de Ruanda al ser abatido el avión en el que volaban. Las tensiones y los intentos de golpe de estado no cesaron, y en 1996  Pierre Buyoya, quien ya había cogido las riendas en 1987, volvió al poder a través de otro golpe de estado.

En 2003 se acordó la paz después de 9 años de guerra después de largas conversaciones entre los líderes Tutsi y Hurtu. Una vez más, los conflictos siguieron, consecuentemente, un año más tarde, la Organización de las Naciones Unidas instauró una Operación de paz en Burundi. El año acabó con la creación de un ejército nacional el cual integró el ejército anterior y a siete milicias rebeldes. El año 2005 empezó con la votación de una nueva constitución que daba el control a la mayoría Hurta con un 60% de los asientos parlamentarios y un 40% para los Tutsi. Pierre Nkurunziza fue elegido Presidente de Burundi y consiguió, en 2006 establecer el alto al fuego y acordar la paz con el último grupo rebelde del país. Así se puso punto y final a 12 años de guerra en África Central. La ONU abandonó ese mismo año su misión de conseguir la paz e implementó en su lugar una sucursal para promover el desarrollo rural y la democracia en África Central después de años de conflicto.

La involucración de Burundi en el conflicto islámico Somalí en 2008 generó bastante revuelo y preocupación al reabrir heridas mal curadas. En 2015 se sucedieron varios intentos de golpe de estado contra el presidente Nkuruziza, en vistas de las elecciones presidenciales, que se estimaban poco fiables. La idea de un tercer mandato de Nkuruziza no gustó a los Burundeses quienes intentaron derrocarlo antes de las elecciones. La reelección del Presidente estuvo acompañada de varios ataques a miembros de la oposición y activistas, causando la muerte de varios de ellos. La violencia escaló los meses siguientes a la reelección y la Unión Africana decidió enviar 5.000  personas del cuerpo de mantenimiento de la paz frente a la negativa del gobierno. Ante el descontrol, la violencia permanente y la violación de derechos humanos, la ONU intervino enviando policías y observadores de los derechos humanos. El gobierno Burundés se opuso a tal intervención. Como consecuencia de las investigaciones y las intervenciones de diferentes organizaciones internacionales, Burundi  se retiró de la Corte Penal Internacional en 2017, aun en medio de conflictos bélicos internos. (Timelines of History, 2017).

Finalmente, este año 2020, Nkuruziza ha sido desbancado de la presidencia después de 15 años de régimen autárquico. No obstante, su sucesor es, Evariste Ndayishimiye,  Secretario General  del partido gobernante, quien ganó con un 71%. Una vez más, la campaña electoral ha sido marcada por la violencia y la violación de los derechos humanos y la votación está sujeta a controversia.

1.1.2.    Sector minero Burundés

Burundi tiene una larga tradición minera pero no fue hasta el fin de la guerra civil en 2005 que el gobierno intentó industrializar el sector para sacar más provecho de él. El sector extractivo sigue dominado por las minas artesanales, sobre todo en el norte, donde se obtiene oro, tungsteno, coltán y casiterita principalmente. Es muy difícil tener una idea aproximada de la producción de estos minerales ya que el contrabando y la no regularización de la actividad son prácticas extendidas. Esto se debe principalmente a que gran parte de los artesanos mineros son payeses que necesitan completar sus bajos ingresos con otra fuente de dinero, por lo tanto ejercen de mineros a tiempo parcial o a temporadas. Además, la actividad suele hacerse en familia, donde los hombres se dedican principalmente a la extracción y las mujeres y niños a limpiar y purificar el mineral.  En 2016, el Banco Mundial publicó un informe sobre la minería en Burundi donde remarcaba que, de 82 sitios mineros artesanales, solamente 37 tenían permiso de explotación. A la producción irregular se le suma el hecho de que el contrabando en zonas limítrofes, sobre todo en el norte con Ruanda, hace que se “evapore” una gran parte de la producción, además de evadir también las tasas relacionadas con la actividad. Como asegura Thierry Vircoulon, la voluntad del gobierno de Burundi para cambiar esta tendencia no ha hecho más que acentuar el problema (Vircoulon, 2019).

En este contexto, en 2018 se aprobó el plan de desarrollo de Burundi para la próxima década, en el cuál se expresa la intención del gobierno de incrementar la explotación de sus recursos naturales para generar riqueza a través de ellos. Este sector tiene un alto potencial para generar riqueza para el país, no obstante, quieren conseguir que esta explotación no dañe excesivamente al ecosistema local ya que Burundi es una de las zonas africanas más afectadas por el cambio climático (REPUBLIQUE DU BURUNDI, 2018)

El Estado Burundés está centrando sus esfuerzos en la minería industrial. Aunque el panorama político no sea estable, el código minero aprobado en 2013 junto con la estabilidad de precios de los minerales presentes en el subsuelo burundés ha creado una coyuntura favorable para que las empresas extranjeras invierten en este territorio.  El Código Minero establece la creación de una joint-venture entre el Estado y la compañía minera donde el primero posee al menos un 10% del capital y ocupa la posición de vicepresidente en el consejo de administración. Esta posición le ofrece al gobierno un cierto control sobre el desarrollo de la sociedad minera. Gracias a la modernización del Código Minero, actualmente hay ocho empresas operando, cinco de las cuales con permiso de explotación (antes de 2014 había solo seis compañías de las cuales solo 2 explotaban). Esto ha tenido una repercusión favorable para las arcas del Estado, que han visto sus ingresos mineros incrementarse de 1.5 a 4 millones de Fbu (Franco Burundés) y las exportaciones han pasado de 134 a 377 toneladas del 2014 al 2017 (Vircoulon, 2019).

Este “boom” minero en Burundi se encuentra todavía en sus fases iniciales y presenta diferentes obstáculos (Vircoulon, 2019):

  • La minería industrial no se escapa de la corrupción y la opacidad presente en la minería artesana. De hecho, ni Burundi ni Ruanda, país fronterizo con el que existen importantes flujos de contrabando, forman parte de la Iniciativa por la Transparencia de las Industrias Extractivas (ITIE), que promueve la transparencia de los flujos financieros entre las operadoras mineras y los gobiernos.
  • No hay publicación por parte del Ministerio de Energía y Minería de Burundi de la producción anual.
  • Se suceden numerosos conflictos entre los mineros artesanales, los payeses y la minería industrial. El interés del estado para la producción industrial minera ha generado malestar entre los mineros artesanales que no ven su trabajo reconocido y, similar al caso de la RDC, son desalojados cuando en sus zonas se quieren instaurar minas industriales. Entre otras demandas, los mineros artesanos reclaman la falta de creación de empleo local de la industria. Por su parte los payeses, reclaman mejores compensaciones por las tierras que son requisadas para la explotación minera (Vircoulon, 2019).

Si bien el Estado está haciendo esfuerzos para promocionar el sector minero, por lo menos en papel, hay muchas controversias que impiden el buen desarrollo de este sector. Habrá que esperar a ver las reformas en términos mineros del nuevo gobierno elegido este 2020 para poder evaluar correctamente la evolución de este sector en Burundi.  Por el momento, en el siguiente apartado vamos a centraros en la explotación de Tierras Raras en este país. 

Fuente: sustainability.es

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