La descarbonización, es el proceso de reducir y, eventualmente, eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono (CO₂), provenientes de actividades humanas. Este esfuerzo es crucial para frenar el cambio climático, cumplir con los objetivos del Acuerdo de París y limitar el aumento de la temperatura global a 1.5 °C. Más allá de mitigar impactos ambientales, es esencial para construir un futuro sostenible.
Cómo se logra la descarbonización
Este proceso abarca cambios en la forma en que producimos y usamos la energía, consumimos recursos y gestionamos las actividades económicas. Un aspecto fundamental es la transición energética, que consiste en reemplazar los combustibles fósiles por fuentes de energía renovable, como la solar, eólica e hidroeléctrica. Este cambio no solo reduce drásticamente las emisiones de CO₂, sino que impulsa la creación de empleos verdes y fortalece la seguridad energética global.
Otras estrategias incluyen la eficiencia energética, que se evidencia en el desarrollo de tecnologías más limpias como edificios de “cero emisiones” y vehículos eléctricos, y la electrificación del transporte, responsable de una parte significativa de las emisiones globales. A esto se suman innovaciones como la captura y almacenamiento de carbono (CAC), indispensable en sectores industriales difíciles de descarbonizar, y la implementación de una economía circular, que fomenta la reducción, reutilización y reciclaje de recursos.
Quiénes impulsan el proceso sostenible
La descarbonización requiere la participación de diversos actores que, con roles complementarios, impulsan la transición hacia un futuro sostenible. Los gobiernos, tanto a nivel nacional como local, son responsables de liderar este proceso mediante la implementación de políticas públicas, regulaciones y acuerdos internacionales, como el Acuerdo de París. Estas acciones establecen metas claras para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y garantizar una transición justa, brindando apoyo a las comunidades y sectores más vulnerables.
El sector privado también desempeña un papel fundamental, particularmente en la innovación y adopción de tecnologías limpias. Las empresas, especialmente en los sectores de energía, transporte e industria, lideran el desarrollo de energías renovables, vehículos eléctricos y sistemas de captura de carbono. A través de inversiones y alianzas público-privadas, el sector privado acelera la transición económica hacia un modelo más sostenible.
Por su parte, las comunidades locales y la sociedad civil son actores esenciales en este proceso. Las comunidades pueden beneficiarse de los empleos verdes generados por la transición energética, pero también enfrentan desafíos en sectores dependientes de los combustibles fósiles.
Finalmente, las organizaciones internacionales y alianzas estratégicas juegan un rol crucial al coordinar esfuerzos globales, movilizar recursos y facilitar el acceso a tecnologías limpias. Estas colaboraciones aseguran que los países en desarrollo cuenten con el apoyo necesario para avanzar en sus objetivos climáticos, promoviendo una descarbonización equitativa y efectiva.
Desafíos y oportunidades
Sin embargo, existen barreras significativas, como la falta de financiamiento, la resistencia política y la complejidad técnica en sectores como la construcción y la industria, que ralentizan los avances necesarios. Aunque, sus beneficios son contundentes: la reducción de emisiones mejora la calidad del aire y la salud pública, mientras que las inversiones en tecnologías limpias impulsan la innovación, diversifican las economías y fortalecen la resiliencia climática frente a eventos extremos.
En este contexto, el Acuerdo de París, firmado en 2015, sirve como una guía global al coordinar esfuerzos y compromisos claros mediante las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC), orientadas a reducir emisiones y garantizar una transición justa, especialmente en países en desarrollo que requieren financiamiento para lograrlo.
Además de ser una respuesta al cambio climático, la descarbonización representa una oportunidad para transformar el desarrollo global, adoptando tecnologías limpias y prácticas sostenibles que aseguren un futuro más próspero, equitativo y saludable para las próximas generaciones.